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jueves, 9 de mayo de 2013

La princesa de la noche

Mientras me coloco bien la pajarita en el traje, y arreglo mis gemelos para que estén derechos, oigo el trasiego de las criadas limpiando y arreglando los últimos
detalles para la fiesta, otra de las grandiosas fiestas de mi padre.

Digamos que mi padre es un empresario con cierta importancia, y suele montar
fiestas alucinantes y magníficas en el salón de la gran casa de los Hammerton,
mi familia. Las fiestas siempre están llenas de magnates y multimillonarios con
sus esposas presuntuosas, entrometidas y coquetas. En ellas se conoce a gente,
pero gente que no vale la pena, que prefieren una imagen a un sentimiento, que
cotillean sobre tu vida, que ríen falsamente fingiendo divertirse. Las fiestas
son grande eventos que organiza mi padre para celebrar los triunfos conseguidos
en su trabajo, los Hammerton los hacen desde siempre. El objetivo principal de
una fiesta es la diversión, sin embargo, estos bailes hacen que el objetivo
principal pase a ser lucir tus logros o presumir de tu vestimenta. Esta noche
había una gran fiesta en la casa de los Hammerton, una enorme y aburridísima
fiesta a la que yo, James Hammerton, como hijo del famoso Jerry T. Hammerton, tenía que acudir.
Estaba ya preparado para comenzar a recibir a nuestro invitados, estaba completamente
perfumado y peinado para la ocasión. Mientras bajaba las escaleras observando
el decorado, recordaba la fiesta de fin de año de hace meses. Una fiesta para
siempre recordar.

“-¡James! ¡Baja ya!
-¡Ya voy Anne!
Mis amigos y yo me estaban esperando en el piso de abajo para terminar de colocar
el decorado para la fiesta de esta noche, nos habíamos comprometido con mi adre
a montarla por completo nosotros. Estaba todo listo, la cena, la bebida, la
música y klas luces, todo para una fiesta moderna y animada. En la música había
rock, pop, música clásica y algún vals para que los enamorados se emocionaran.
De nosotros, había uno casado, y los demás seguíamos esperando la chica ideal.
Nos quedamos observando cómo había quedado el decorado en silencio, y nos dimos cuenta
de lo bien que nos había quedado.
-Está genial… ¡Y eso que ya no tenemos 20 años!
Una estruendosa carcajada resonó en toda la estancia, hoy era una noche especial, única, hoy nos despedíamos de este año para dar la bienvenida al siguiente.

...

La música resonaba por toda la sala, y todos, adultos, ancianos y niños bailaban sin parar. Las sonrisas se podían distinfuir en las caras de todos los participantes de esta fiesta, y mis amigos y yo estábamos disfrutando como niños, parecía que habíamos retrocecido 10 años, al momento en el que aún amábamos las discotecas y los follones. Ahora, digamos que nos habíamos convertido en unos aburridos treinta-añeros a los que les bastaba sentarse a hablar en una cafetería cualquiera y tomarse un batido. Pero en esta noche, todos estábamos disfrutando de lo lindo. Me acerqué a la barra a beber algo, me coloqué el pelo, y en ese momento la vi.

Una chica entró en la sala. No era una chica cualquiera, era la chica mas bella que había visto en mi vida. Entró en la sala y agitó la cabeza haciendo que sus rizos oscuros se movieran al ritmo de la musica. Me quedé observándola sin ningun recelo, era imposible apartar la vista de ella. Parecía que solo yo me había percatado de su presencia.
Con paso firme se acercó al otro extremo de la barra, donde pidió una copa y se quedó, siguiendo el ritmo de las canciones con el pie. Era hermosa, mucho. Llevaba un vestido rojo ajustado pero suelto por la parte de abajo, parecía un hada del mundo de la fantasía. Su tez morena y ojos oscuros contrastaban con su vestido suelto a partir de la cintura, y sus tacones simples, pero preciosos, le dotaban de unas preciosas y largas piernas. Sin pensármelo dos veces me acerqué a ella y me apoyé en la barra.
- Princesa, ¿tu príncipe te ha dejado sola? Una chica como tú no puede estar aquí parada en una fiesta como esta.
Sonrió levemente, y pude ver una sonrisa perfecta que la iluminó por completo.
-Tienes razón, en una fiesta una no puede quedarse si bailar, pero no hay quien me invite a bailar.
-Te comprendo perfecamente, llevo toda la noche esperando a que una dama me conduzca al centro de la pista, y por ahora ninguna lo ha hecho. Tantas chicas en esta fiesta y yo aquí solo, ¿lo ve normal?

Su risa fue música para mis oídos, dejó que viera su preciosa sonrisa una vez más antes de decir:

- Queda poco para medianoche, ¿Tienes alguien a quién regalar un beso....? - paró de hablar al no saber mi nombre.
-James, me llamo James. James Hammerton, y no, no tengo nadie a quien besar.
-Oh, con que el pequeño de los Hammerton... Alice, encantada.

Tomé su mano y me incliné para besarla realizando una floritura con mi otra mano. Ella volvió a reír, divertida, cuando comenzó a sonar la balada que anunciaba el final del año. Alice giró sobre sí misma haciendo que el vuelo del vestido se levantara un poco, y me miró, divertida.

-¿Me concede este baile mister Hammerton?
-Será un placer.

Nos acercamos al centro de la pista rodeando a la parejas que se hallaban bailando lentamente al ritmo de la canción. La agarré suavemente de la cintura, y ella posó su mano sobre mi hombro, entrelazamos nuestras manos, y lentamente comenzamos a girar.
Mis ojos se clavaron en los de ella. No podía apartar mis ojos azules de esos ojos profundos, oscuros y misteriosos. Estaba preso de su mirada cuando me di cuenta que ella también lo estaba de la mía. Poco a poco bailábamos más juntos, y casi notaba su respiración. Cuando terminó la canción, nuestros labios estaban casi rozándose. Cuando soñaron las campanas que indicaban el comienzo de la cuenta atrás:

5... 4...

Nuestros labios se rozaban prácticamente, notaba su respiración en mi cara.

3... 2...

Antes de fundirnis en uno, sonrió, pegada a mí, con una de esas sonrisas que enamoraban.
1...
Nos fundimos en un precioso beso, y a nuestro alrededor estallaron gritos y felicitaciones, pero para nosotros, el mundo se centraba en nuestro beso.
La atraí hacia mí tomándola de la cintura, y ella pasó sus manos a mi pelo, donde se agarró a mis rizos. Podía sentir su aroma, su perfume, podía sentirla a ella, la princesa de la noche. Ese hada que me había hipnotizado con sus poderes..."

El resto es historia, Alice desapareció cuando me despisté unos segundos, y desde entonces no la he vuelto a ver. Muchas noches sueño con esa princesa de la noche que me hizo perder por completo la razón durante una sola noche. Nadie la vió llegar, nadie la vió irse, solo yo. He llegado a pensar que todo fue un sueño, una ilusión, que el hada que pasó por esa fiesta hace tres años no existe.

Ya están todos los invitados dentro de la fiesta, no hay música marchosa ni moderna, solo la suficiente como para hacer de la ocasión un evento divertido y formal. Tras horas de pie aguantando conversaciones aburridas y fingiendo una sonrisa, me acerco a la barra para pedir un refresco. Me apoyo en ella y me acuerdo de esa noche hace tres años, cuando una chica cualquiera traspasó la puerta principal y me cautivó con su belleza. Pensando en eso miro a mi alrededor buscando una cara amiga para charlar, cuando la veo.

Una chica traspasa el salón corriendo agarrándose un vestido blanco, un vestido blanco por encima de las rodillas, suelto y con un pequeño cinturón sencillo anudado a la cintura. Lleva el pelo suelto, y le cubre la espalda de rizos oscuros. Sus ojos brillan entre tanta gente. Un pensamiento fugaz pasó por mi mente: "Alice", pero enseguida lo descarto, la princesa de la noche no volvería a aparecer en mi vida. De pronto la luz se va, todo se queda oscuro y noto que alguien me toma la cabeza y me besa en los labios. Saboreo esos labios como si fuera el último día de mi vida. Aspiro ese aroma que me volvió loco una noche como esta hace años. Esos labios se separan de mí, y oigo una voz susurrando en mi oído:

- Mister Hammerton, ¿sigue buscando una princesa con la que bailar esta noche?

Sonrío y nuestros labios vuelven a encontrarse. Desliza un papel escrito hasta mi bolsillo y sale corriendo, no sin antes dejarme ver entre la oscuridad una sonrisa brillante y perfecta.
Justo en ese momento la luz vuelve, y se oyen los gritos de satisfacción por toda la sala. Abro el papel, y sonrío al ver que había un numero de teléfono firmado como: "tu hada, la mágica princesa de la noche".

"Era morena, de rizos oscuros que caían por su espalda, su risa era música para mis oídos y sus ojos, divertidos. Su belleza extraordinaria la havía resaltar, y tenía una sonrisa que deslumbraba, que hacía que todo el salón se diera la vuelta.

Era ella, estoy seguro".

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