Volar es precioso de noche, ves
los árboles, los monumentos, las casas… y todo con la tenue luz de la luna. Que
pena que ya no lo pueda hacer…
De pequeña todas las noches a la
misma hora salía a dar un paseo por la ciudad volando. No sé por qué lo hacía
pero el caso es que todas las noches a las 12:03 exactamente me despertaba y me
asomaba a la ventana, si hacía frío me ponía un abrigo y si llovía, chubasquero
pero nada impedía mi visita a la ciudad por la noche. Tampoco sé por qué no se
lo contaba a nadie, ni por qué no volaba por la mañana pero siempre hacía lo
mismo. Todas eran iguales, pero hubo
una, una noche que no fue como las demás:
Aquella noche fui volando hasta la
punta de la biblioteca y me senté en el pico más alto que había. Estaba
pensando en la cantidad aproximada de libros que podía haber en sus estanterías
y en ese momento un pequeño pajarito se me acercó, era de brillantes colores y tenía
un bello color esmeralda en la garganta, me dijo:
-Hola.
Para mí era normal que un colibrí
se me acercara y me dijera ``Hola´´, yo volaba.
-Hola, me llamo Sandra, ¿y tú?
-No tengo nombre, solo un
verdadero amo me lo puede poner y yo no lo he tenido.
-Te lo pondré yo entonces, seré tu
amita.
-No puede poner nombres una
persona normal, necesita ser mágica- en ese momento vio donde estábamos y
entonces exclamó-. ¿¡Qué haces aquí arriba!?
-No sé, he venido volando.
EL pequeño colibrí se quedó
pensativo y empezó a murmurar por lo bajo.
-Aquí arriba, vuela, es de noche,
puede hablar conmigo… es la persona que busco.
Me miró y me preguntó que desde
cuando hacía esto de volar o hablar con los animales, pero yo no sabía
contestar a ninguna de sus preguntas.
-Entonces, ¿no sabes el porqué de
las cosas que te ocurren?
-Nunca pensé que esto fuera raro.
-Es una larga historia que te debo
contar desde el principio de los principios:
Hace mucho tiempo existían otros
planetas llamados Rinconio y Tenterol. Esos dos planetas estaban en paz, pero
unos salvajes empezaron una revolución y comenzó la guerra.
Los sabios de Rinconio trasladaron
los cuatro templos de los elementos a la Tierra para que existiera una muestra
de ellos en el mundo. Solo les dijeron el paradero de los templos a cuatro
familias de este planeta. Tus padres conocían el templo sagrado del aire y te
llevaron cuando eras pequeña. Cuando te llevaron allí por primera vez, el
espíritu del aire reconoció en ti su nueva dueña, y decidió que el poder del
aire residiría en ti.
Tras años de lucha, terminó la
guerra.
Los habitantes de Rinconio y de Tenterol
decidieron como símbolo de paz y amor unir sus formas de vida. Los tenteroles cedieron su cuerpo y los
rinconianos sus poderes, todos los animales de este planeta somos esa mezcla de
paz. Soy un tenterol al que se le ha concedido el poder del aire.
Miré el reloj, vi que era
demasiado tarde y le dije:
-Gracias por la historia, me
gustaría saber más sobre los dos planetas. ¿Vendrás mañana?
-Te estaré esperando. Pero
recuerda, tus padres nunca deben saber que vuelas.
Así pasaron los días, se
convirtieron en semanas y después en meses, llegó un momento en el que se
convirtieron en años.
Cada noche se pasaba muy rápido y
todas ellas pasaba un buen rato con mi pequeño colibrí.
Me fui haciendo mayor, pero mi
pajarito siempre estaba allí. A los 15 años en el instituto me llamaban rarita
pero no me importaba yo seguía cada día esperando a que llegara la noche para
ver a mi querido amigo. Le quería tanto, tanto que llegó un día en el que le
consideré uno más de mi familia. Me fui haciendo mayor, cada vez más y mis
padres comenzaron a preguntar sobre con quien me iba a casar, si había pensado
alguna vez en el matrimonio… y yo cada vez que me preguntaban me ponía a
llorar: mi amor era imposible, yo amaba a mi pequeño colibrí y ellos no lo
entenderían nunca.
Una de mis noches al ir a visitar
a mi amiguito antes de que yo dijera nada me dijo:
-Sabes Sandra, he encontrado una amita
que me pondrá nombre –en ese momento mi corazón se encogió- ¿Sabes quién es?
-Cuenta pajarito- dije con el
dolor en el interior.
-Una joven, una joven a la que
quiero mucho y a la que jamás de los jamases podré olvidar, una joven llamada
Sandra.
-¡Oh, te quiero pajarito! –me paré
a pensar el nombre que le pondría y en un instante lo encontré- Taris, te llamaré
Taris.
-Me gusta, gracias.
Esa noche me fui a la cama
pensando que tenía que hacer algo para ser un pájaro y estar con Taris para
siempre. Mis dudas se resolvieron rápidamente la noche siguiente.
-Taris, ¿Yo me puedo convertir en
un pájaro?
-Sí puedes. Solo tienes que ir al
templo de donde proceden tus poderes y pedirle al espíritu del viento que te de
la forma de ese animal.
-¿Dónde está ese templo?
-Solo unas familias lo saben.
-¡Mis padres!-exclamé, y me fui.
Al llegar a casa pensé lo que les
iba a decir la mañana siguiente.
…
-Pero cariño, no sé de que templo
me hablas, nos mudamos hace años de Helsinki, vivimos en la otra punta de
Finlandia.
Me fui corriendo a mi habitación y
comencé a llorar. No podría estar con Taris en la vida.
A la noche llegué a la punta de la
biblioteca como siempre pero Taris no estaba. Esperé hasta que apareció por una
esquina.
-Lo siento pero es que tenía cosas
que hacer. El templo del aire ha sido destruido y solo podemos volverlo a
construir los que tenemos el poder del aire.
-Debéis terminarlo pronto,
necesito ir allí.
-Era de eso de lo que quería
hablarte, hasta que reconstruyamos el templo no tendrás tu poder.
Con lágrimas en los ojos conteste:
-¿Cuando terminaréis de
construirlo?
-Cuando llegue una verdadera
primavera, cuando llegue esa primavera te será devuelto tu poder y el deseo que
más quieras se realizará.
Me volví a casa. La siguiente
noche dormí de un tirón y cuando me desperté por la mañana me convencí de que
ya no volvería a ver a Taris.
Pasaron años. Ahora vivo sola, en
un pequeño apartamento al lado de la biblioteca, el lugar donde me reunía con Taris.
Miro por la ventana añorando esos días que visitaba a mi pequeño amigo. Bajo al
parque y me tumbo sobre la hierba, cierro los ojos.
Noto la brisa en la cara, el olor
a pinos me envuelve, una mariposa se posa en mi nariz, abro los ojos y una flor
sale de su capullo para decirle ``Hola´´ al sol, una lágrima recorre mi
mejilla.
Una verdadera primavera.
Abro las alas y echo
a volar.
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